El
Mohán de Ichó
Se dice que en este caserío vivían dos compadres brujos
que, a primera oportunidad, trataron de competir en
conocimientos. Uno se transformaba en gallina y otro en
pavo; uno en tortuga y el otro en perro, y así
sucesivamente. El escenario de sus alardes y
demostraciones era el tramo de la carretera Quibdo –
Tutunendo.
Personaje:
El Mohán de
Ichó
Material:
Plastilina
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Una vez uno de los compadres se encontró, a mitad del
camino, una curiosa tortuga; la recogió y se la echó al
hombro, pero a medida que avanzaba observaba que aquella
crecía en tamaño y, obviamente, en peso, hasta que no
pudiendo soportarla más la arrojó al suelo. Cuál no
sería su sorpresa al verla transformada en su compadre
rival, quien socarronamente atinó a decirle: “Gracias,
compadre por cargarme; hoy tenía pereza de caminar” y
desapareció misteriosamente para esperarlo en Tutunendo,
muerto de risa.
Al compadre no le gustó el juego y juró vengarse de
alguna manera. Fue así como otro día se fue de caza por
las cercanías del Icho, cuando a pocos metros de
distancia se encontró en frente a un tigre descomunal
con apariencia humana. El animal se le plantó en actitud
de ataque y se lanzó para devorarlo, pero el compadre se
defendió con la misma habilidad del felino. “Este es mi
compadre”, se dijo para sus adentros, y sin pérdida de
tiempo rezó el credo al revés, oración apropiada para
hacerlo inofensivo y para que no recuperará su estado
antropomorfo. Y así fue. El compadre se quedó
definitivamente transformado en tigre y se dedicó a
arrasar porquerizas y gallineros, devorar vacas y acabar
con cuanto animal doméstico encontraba a su paso.
El Mohán había sembrado el pánico en el pueblo de Icho;
pues al final de recorrido atacaba indiscriminadamente a
niños, jóvenes y adultos. Fue, entonces cuando el señor
Marcial Gamboa, veterano de la Guerra de los Mil Días,
viejo conocedor de la región y sus misterios, preparo su
rifle con dos balas en cruz y se dedicó al acecho de la
bestia. Al avistarla bastó con dispararle una sola carga
para que, herida mortalmente, dando balazos y lanzando
mugidos estruendosos, se estrellara aparatosamente
contra los árboles y la maleza de la selva, como si se
tratara de una operación exterminio de la naturaleza. Ya
agónico, un indio le atravesó el corazón con una lanza
de palma, ante el peligro de que, como el ave fénix, la
fiera se levantara de entre las ruinas.
Quienes tuvieron la ocasión de ver aquel Mohán
depredador aseguran que medía unos tres metros de largo
por dos de alto y pesaba más de ochocientos (800) kilos;
tenia garras descomunales, en forma de arpón, y
confirmaron la visión de su apariencia humana.
Fuente:
http://www.barulegazette.com/bar%C3%BBle_gazette_-_cultura_afro_-_mitos_y_leyendas_-_muhan_de_icho.htm
muy largo
ResponderEliminarMe siento orgulloso de ser descendiente de mi mis abuelo, marcial Gamboa
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