miércoles, 17 de abril de 2013

Lectura: El temor.

El Temor.

Un sultán decidió hacer un viaje en barco con algunos de sus mejores cortesanos. Se embarcaron y zarparon en dirección al mar abierto. Entretanto, en cuanto el navío se alejó de tierra, uno de los súbditos - - que jamas había visto al mar, y había pasado la mayor parte de su vida en las montañas - comenzó a tener un ataque de pánico  sentado en la bodega de la nave lloraba, gritaba y se negaba a comer o a dormir.
todos procuraban calmarlo, diciéndole que el viaje no era tan peligroso, pero aunque las palabras llegasen a sus oídos no llegaban a su corazón  El sultán no sabia que hacer, y el hermoso viaje por aguas tranquilas y cielo azul se transformo en un tormento para los pasajeros y la tripulación  Pasaron dos días sin que nadie pudiese dormir con los gritos del hombre. El sultán ya estaba a punto de mandar volver al puerto cuando uno de sus ministros, conocido por su sabiduría, se le aproximo:
- Si Su Alteza me da permiso, yo conseguiré calmarlo. Sin dudar un instante, el sultán le respondió que no se lo permitía  sino que seria recompensado si consiguiera solucionar el problema. El sabio entonces pidió que tirasen al hombre al mar. En el momento, contentos de que esa pesadilla fuera a terminar, un grupo de tripulantes agarro al hombre que se debatía en la bodega y lo tiraron al agua.
El cortesano comenzó a debatirse, se hundió  trago agua salada, volvió a la superficie, grito mas fuerte aun, se volvió a hundir y de nuevo consiguió reflotar. En este momento, el ministro pidió que lo alzasen nuevamente hasta la cubierta del barco. A partir de aquel episodio, nadie volvió a escuchar jamas cualquier queja del hombre, que paso el resto del viaje en silencio, llegando incluso a comentar con uno de los pasajeros que nunca había visto nada tan bello como un cielo y mar unidos en el horizonte.
El viaje - que antes era un tormento para todos los que se encontraban en el barco - se transformo en una experiencia de armonía y tranquilidad. poco antes de regresar al puerto, el sultán fue a buscar al ministro: --¿Como podías adivinar que arrojando a aquel pobre hombre al mar se calmaría?
- Por causa de mi matrimonio - respondió el ministro. Yo vivía aterrorizado con la idea de perder a mi mujer, y mis celos eran tan grandes que no paraba de llorar y gritar como este hombre.
Un día ella no aguanto mas y me abandono, y yo pude sentir lo terrible que seria la vida sin ella. solo regreso después de que le prometí que jamas volvería a atormentarla con mis miedos. De la misma manera, este hombre jamas había probado el agua salada y jamas se había dado cuenta de la agonía de un hombre perfectamente lo maravilloso que es sentir las tablas del barcos bajos sus pies. 


Fuente:
Tomado del libro Un Camino Hacia La Excelencia. Autor Gabriel Rincón Sanchez.

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